sábado, 23 de marzo de 2024

premenstrual

estoy canalizando

mi tristeza o solo

estoy premenstrual?


cuántas veces sentí

que justo por ser como era

nadie iba a desearme?


cuántas veces siento 

que por ser como soy

nadie va a desearme?


a qué le temo?

qué es lo que más miedo

me da que digan de mi?

para en algún momento

está sensación

de sentirse insuficiente?


lidio con mis emociones

con las herramientas que tengo

pero no paro de juzgarme

y sentir de debería (ha)ser más

duermo, no descanso


para mí (des)gracia

estar triste me conecta

con el arte

por eso cuando publico

alguns se preocupan


pero cualquier artista sabe

que canalizamos a través

de la melancolía

o el amor

(y no sé cuál es peor)


porque escribo 

y al fin puedo dormir

escribo porque siento

que cuando nadie 

me escucha,

pudo hacerlo yo


escribo porque cura

y hay tanto que sanar

aún 

lunes, 26 de septiembre de 2022

.

 mi cuarto es un tremendo desastre
ropa por todos lados
las plantas sin regar
as alfombras sin sacudir
tareas acumuladas de meses
y es que simplemente no tengo ganas
no siento ningún tipo de motivación
para siquiera levantarme de la cama.
siento que como este cuarto está mi vida,
no tengo fuerzas para salir adelante
con todo pensando y planificado.
algunas veces la vida se transita así
con un tremendo desastre
que quizá hasta tenga nombre.

jueves, 21 de julio de 2022

hola

hace mucho, pero mucho tiempo no publicaba por acá, la verdad es que han sido tiempos dificultosos para mí, para mí y para mi alterego de persona escritora (que últimamente readoptó su nombre a kofy, en vez de coffee como siempre fue, piensa que con el primero se indentifica mejor). si quiero metaforizar cómo han sido los últimos años desde que saqué mi primer libro diría 《montaña rusa de emociones》, mi realidad está cambiando y con ella, todo mi interior. mi psicóloga me recetó empezar a ver el lado bueno de las situaciones, en este caso, puedo decir que puede conectar con kofy como nunca antes lo había hecho; nos encargamos de literaturizar todo el proceso y, casi sin querer, escribimos una nueva pieza artística atravesada por una cruda emocionalidad transparente. el poemario (debatible consideración genérica) se enfrenta y profundiza en los sentimientos de la soledad, la melancolía, la tristeza, la conexión personal, el amor, el autoestima, entre otros. próximamente voy a estar compartiendo fragmentos nuevos, pero la realidad es que entra en juego significativamente la obra completa, a lo Cortázar. por ahora está en proceso de digitalización, la gente que me conoce sabe lo poco adepta que soy a los programas, así que posiblemente tarde en ser publicado, no sé cuánto, lo necesario. espero que sigas del otro lado, espero que te llegue. un abrazo largo. 

domingo, 12 de abril de 2020

¿Y si...?

No hay mejor psicólogo que despertarme con vos 
en las mismas sábanas, con mi cabeza en tu pecho,
mientras acariciás mi espalda.
Pensando en la cita de Benedetti:
"Qué buen insomnio  
                si me desvelo 
                               sobre tu cuerpo "
Que conocerte fue la única manera para poder recorrerte,
pero recorrer tu cuerpo con mis manos

fue la mejor forma de conocerte.

Que no importa en qué parte de tu cuerpo se posen mis labios;
lo importante es que cada uno de mis besos lleguen
a lo más profundo se tu ser.
Sos lo más bonito que he hecho por mí, 
y si lo dudás, solo recordá lo increíble que es mirarnos, 
que hay un universo completamente nuestro.
Y si lo dudás solamente recordá la sensación
de mis manos acariciando tu cuerpo.

domingo, 29 de marzo de 2020

Voy a quedarme un poco acá, cuidarte siempre a vos en la derrota hasta el final


A veces me siento transparente
como la linfa, como una corriente de agua
fría solitaria, asustada y débil
a la que no he podido enfrentarme sola.
Ese gigantesco océano que me rodea,
me aprisiona y no me deja en paz,
los días que me siento fuerte
recorro sus orillas, pero no me atrevo
a nadar dentro de él; no obstante,
con tu ayuda he logrado, incluso
embarcarme en él durante días.
A veces, te dejo tomar el timón
y me lanzo a nadar un rato
con la seguridad de que si algo
me sucede, vos vas a ser mi salvavidas.
Pero no quiero que lo seas para siempre
(ya lo has hecho demasiadas veces),
tengo que aprender a sostenerme sola,
quiero que me enseñes a salir a flote
cuando la marea esté turbia.
Vos podrías enseñarme a tener
esas ganas de nadar siempre,
esas ganas de hacerlo todo bien.
Podrías enseñarme a incandescer
mi océano que es muy profundo,
lo sé porque me he ahogado allí
y desde entonces, no soy igual de segura.
Y creo que hasta podríamos aprender
a amar ese océano, esa parte que no brilla,
que nos parece tan lejana, pero en la cual
hasta podríamos divertirnos nadando.
El cielo y el agua siempre
se encontrarán en algún punto,
eso sucede con la lluvia que a mí
me atrapó y no me dejaba de mojar;
cuando todos decían "miren, esa chica
no para de llover", llegaste vos a besar
mi cuerpo empapado y regalarme
tu abrigo para secarme junto con
un abrazo sonriente.



miércoles, 11 de marzo de 2020

Locura transitoria




Te descubres y dejas ver tu piel.
Juro que no me canso de verla.
No me canso de ver y tocar
esa espalda repleta de constelaciones
que está siempre tan fría... fría tanto
como para amarla por ello,
me he cansado de decirlo: amo el frío.

El frío ama llegar por sí solo,
no solo con las estaciones,
sino también con tu ausencia.
Te he contado los lunares centenares
de veces, mereces que los cuente.
Me gusta besar tu piel fría
e intentar descifrar
cómo es que me da tanto calor.
Las tardes de otoño pasan
y las hojas de los árboles se van,
y con ellas el calor que me brindas.
Si irme significa que pasaré frío
el resto de mi vida,
no quiero moverme de acá.

martes, 28 de enero de 2020

Relato IV



La Muerte en vida

Desde niña me pasaba horas viendo una y otra vez las películas de Barbie y Princesas de Disney, eran mis preferidas, tal es así que había adoptado, sin darme cuenta, ciertos hábitos o verdades prácticamente indiscutibles, ya saben… cuestiones como: las niñas usan vestidos y son educadas, a las niñas les gusta el rosa y son obedientes, las niñas deben ser moderadas y delicadas… las niñas no pelean y son calladas, las niñas deben esperar ser rescatadas por un “príncipe” y también ser correctas; pero la idea que más me identificaba y que me marcó durante mucho tiempo era “el amor lo puede todo”. 
  Esas características quedaron en mi consciente y se instalaron de una forma casi imperceptible. Tal es así que más tarde al seguir rigurosamente esas ideas puede encontrar a lo que creía que era mi príncipe azul. Lo sabía porque cumplía con los requisitos que me habían enseñado las películas: ser bonito, tener dinero y ser un perfecto extraño. Tuvimos un noviazgo y una relación implacable, era feliz porque mis padres lo amaban, yo lo amaba. Era todo lo que alguna vez quise: elegante, carismático, inteligente y predispuesto. Era feliz. Era feliz, aunque a veces tenía algunas actitudes difíciles de tragar, por ejemplo, cuando elevaba el tono de su voz conmigo sin razones aparentes, yo las soportaba porque tenía que ser educada y obediente y no responder como él; otras veces hacía comentarios de mal gusto, especialmente sobre mí, pero él decía que solo eran bromas, que no tenía por qué ofenderme, que no sea tan sensible… y él tenía razón, pues, yo debía ser callada y correcta. 
Hace poco tiempo tuvimos una escena: salíamos a comer juntos con un par de amigos, yo elegí ponerme un vestido que me habían regalado, cuando ya estaba lista para irnos él me observó detenidamente algo molesto y apuntó irritado que mi vestido era muy escotado e “indecente” para la cena, creía que podría haber estado en lo correcto así que me lo cambié por otro, pero ese “otro” era muy corto y se enfadó más conmigo, no solo por el vestido, sino por el tiempo que había perdido; no dije nada… yo tenía que ser delicada y moderada. Esa noche al final no salimos porque él estaba demasiado enfadado para ello, por supuesto, era mi culpa, siempre que se enojaba era por mi culpa. Situaciones de esa índole se volvieron cada vez más frecuentes, hasta que una vez se enfadó tanto que me aprisionó violentamente contra la pared sujetándome de los brazos para que no pudiera moverme, y mirándome directamente dijo: “Si me pongo así es por tu culpa”. Pensé que debía contarle todo esto a alguien cercano, pero si todo es mi culpa ¿Cómo me van a ayudar? ¿Qué… qué habrían pensado de mí? 
“pero no seas exagerada”
“las mujeres siempre exageran todo”
  La situación con mi él jamás mejoró, aunque al final se arrepentía de decir o hacer ciertas cosas, en realidad todo estaba cada vez peor. Ahora el problema no eran solo los vestidos cortos, los chistes sarcásticos o las palabras hirientes, sino también las miradas furiosas ante un desacuerdo que me inhibían completamente de hablar por miedo; la sujeción violenta por los brazos queriendo demostrar quién era la autoridad; y sobre todo… las amenazas que pensé y nunca cumpliría. Realmente yo… sentía que algo estaba muy mal, que algo muy malo iba a pasarme, sabía que esto estaba transformándose en violencia. Quise hablar con mis padres y aún recuerdo sus ásperas e insensibles palabras: “Vos te la buscaste, ahora bancatelá”. Y eso hice.
  Aguanté sus enojos, sus miradas fulminantes, sus insultos, siempre pensando ingenuamente que él iba a cambiar porque siempre, siempre después de una pelea, cuando él notaba que yo me ahogaba en mis propias lágrimas y me costaba respirar… (pausa) me pedía perdón, reconocía sus errores, lloraba ante mí, “lamentaba lastimarme” y prometía no volver a hacerlo. Y yo siempre lo perdoné porque “El amor lo puede todo” ¿No?
  Me costó mucho tiempo darme cuenta de que el modelo de amor instaurado subconscientemente en mí, estaba ligado al modelo de la violencia. No podía pensar… cuando aparecía, y su presencia me oprimía el cuerpo, todavía recuerdo su mirada con esas palabras: “Cuando me aceptaste, me quisiste como era, no puedo cambiar lo que ya soy solo por tu antojo” que fueron una gran traba para mí durante mucho tiempo. No era consciente de la gran violencia presente en las situaciones donde me hacía callar “porque no sabía nada”; donde me culpabilizaba por su enfado, aunque sea por pequeños detalles; donde me aislaba del resto del mundo al destruir mi autoestima; no podía…  sentía que no podía procesar lo violentas que eran sus amenazas de castigos, de golpes o, incluso, de muerte. Suena ilógico ¿Verdad? Pensar que todo eso lo hacía por amor. Lo había perdido todo… la felicidad, las ganas de luchar, las sonrisas, y no sólo las perdí, me las quitaron… él que ejerció su violencia durante un tiempo que (me pareció) una infinidad, mi familia que le restó importancia a lo que me pasaba, mis amigos que me tildaron de exagerada. Y si no tenía a nadie al lado que me apoyara ¿Qué iba a hacer? ¿Adónde iba a ir? ¿Cómo iba a mostrarme totalmente desahuciada? No podía sola, así que me quedé, me quedé privándome de sentir, de reír, con una presión en el pecho que constantemente estaba ahí, con miedo hasta de seguir viviendo, rogando todo el tiempo que “ese fuera mi día”, que ese día me tocara salir.
Recientemente aprendí que la peor violencia que pueden ejercer contra uno es infundir la ignorancia. Únicamente entendiendo eso comencé a poder procesar todo, que todo fue violento, y que yo no me lo merecía. Díganme, familia, amigos, pareja, acompañantes ¿Acaso me merecía… esto?
*Descubre su cuerpo enseñando un cuerpo lleno de golpes, marcas, heridas y sangre * 
¿Era esto lo que quería para mí?

Imágenes sacadas en el evento ❕"Larrock N Roll", donde expuse en vivo la lectura. Fotos de ❕Flavia Paredes y ❕Florencia Tagliabue. Derechos de las fotos reservadas al evento y a las fotógrafas antes mencionados. Agradecimientos especiales a mis actores: Emilia Escobar, Camila Taffarel y Lihuén Elías Fiorotto







domingo, 4 de agosto de 2019

Relato III


Recuerde el alma dormida

–¡Puta mierda!- Grita mi acompañante
–¿Cuánto falta para el almuerzo? Tengo hambre –Dice  mira las líneas dibujadas y tachadas con cinco que él mismo había hecho para contar los días que le quedaban en ese infierno.
–Si es que salimos…-Le respondo
Cuando estoy tranquilo, como en este momento, me gusta detenerme a recordar cómo era la sensación del sol golpeando mi cara mientras caminaba de día; el pasto largo y verde debajo de mi espalda y brazos; el agua fría en verano, recorriendo cada una de mis extremidades; el olor de los libros nuevos y el sonido al pasar las páginas; los fuertes abrazos, los besos melifluos y húmedos. Pero cuando abro los ojos, es entonces cuando me llega el sabor amargo a la boca, y la tristeza a los ojos, la realidad es muy diferente: estoy encerrado entre cuatro paredes grises, mugrientas, llenas de moho y de un olor a sudoración y encierro que penetra mi nariz todo el tiempo. Solo tengo una cama con un colchón que no se ha lavado en años – podría decir, desde su existencia –, un inodoro ya amarillo de nunca haberse aseado y un par de revistas pornográficas que me he cansado de ver, hasta podría decir todos sus diálogos de memoria. No sé qué día es, que año es, hace cuánto entré a este lugar o cuánto me falta para salir. Lo único que sé es que tengo un compañero de habitación que duerme en la cama de arriba y lo escucho masturbarse cada maldita noche que pasa; no sé bien cómo pero siempre está comunicando y vendiendo estupefacientes y vestido de blanco, lo único que le importa es el horario del almuerzo y la cena ¡Maldito sea!
Nos avisan que es la hora de comer, mi compañero se va rápidamente, yo no tengo hambre, luego de lo sucedido la noche anterior, no quiero ver a nadie, ni mucho menos tengo apetito. Lo cierto es que soy uno de los más jóvenes de este lugar, pocos he visto con mi corta edad (que ni siquiera recuerdo). Me siento en el colchón y ese simple hecho hace que me duelan mis partes de atrás, ni siquiera sé qué me hicieron anoche, estaba demasiado drogado, nada que no haya pasado antes. Acá en este lugar es así, quienes tienen la plata lo manejan todo. Pero algún día yo voy a salir del infierno negro (así le llamo), mientras que esas ratas inmundas van a morir en él. Creo que estoy decidido a hacerlo esta noche, esta noche escaparía de allí. Llevo meses preparando mi escape, nada puede salir mal: mi compañero de celda me cubriría, él no quiere irse del infierno, dice que tiene comida gratis, un lugar donde dormir y hasta ha hecho amigos, allí fuera él no tiene nada. Supongo que es fácil decirlo cuando hace más de 15 años que estás en el infierno y no te drogan y violan frecuentemente como a mí.
Miro las manchas oscuras en mi piel, es claro que estoy enfermo de algo y no sé de qué, hace días no puedo orinar, no hay atención médica, estoy seguro que me los han contagiado aquellos hijos de puta. Al hospital te llevan solo en casos extremos y si tu comportamiento es bueno, por eso arreglé con mi compañero que él va a “intentar matarme”, así llevarme al hospital y luego ser libre, escaparé aunque me falte una pierna esa misma noche.
–¿Estás seguro de esto? – me pregunta mi acompañante
–Como nunca ¿Y vos?
–Yo ya tengo ocho cadenas perpetuas, no tengo alas que perder.
Robé un cuchillo de la cocina la semana pasada, ese usaríamos, habíamos estado estudiando juntos qué parte de mi cuerpo cortar para hacer heridas profundas pero no mortales, debo declararlo: estoy nervioso.
Mi compañero toma el cuchillo, yo me acuesto en el piso, comienza a hacerme cortes en el estómago, dios, no pensé que dolería tanto. Mi piel quemaba, mis músculos se tensaban, comencé a gritar desaforadamente. Mi compañero seguía cortando mi piel, parecía que lo estaba disfrutando, incluso podía escuchar que se reía. De pronto empieza no solo a desgarrar mi piel con el filo, sino que sentía que comenzaba a apuñalarme, realmente quería matarme. Siempre quiso hacerlo. Comienzo a gritar más fuertemente, rogándole que pare, me dolía demasiado, sentía que estaba muriendo. Miro su rostro y sus ojos azules amarillentos, era tan perturbador, diabólico, este hombre no quería ayudarme, quería asesinarme. Por fin sentí que encontré el Satán de este infierno.
Ingresa la señora con pasos rápidos, si no estuviera en aquel lugar, probablemente correría, pero allí no podía. Va hasta la ventanilla de atención personal y habla con la señora que atendía, la señora le da un papel con unos números escritos y se dirige al consultorio determinado. El lugar eran demasiado grande y le costó bastante tiempo hallar la habitación. Cuando la encontró llamó a la puerta y el especialista la hizo pasar, para proceder diciéndole:
– Buenos días, Marina, lamento ser yo quien le comunique los detalles de la noticia, pero en Centro Especializado para la Demencia ha sucedido muchas veces que nuestros pacientes cometen suicidio, lamentablemente nosotros no estamos en su cabeza y no sabemos qué piensan. Solo un demente declarado podría autoapuñalarse-. La señora había comenzado a temblar de la tristeza por la noticia recientemente dicha, la señora comienza a sentarse mientras miraba los profundos ojos azules amarillentos del médico.




Créditos de la imagen a quien le corresponda.



domingo, 2 de diciembre de 2018

Incendio

Sos fuego inmarcesible
de belleza, inteligencia y fortaleza;
sos como una valiente flor
en mitad de la guerra, aunque
a veces te quiten algunos pétalos.


Tus alas son tan grandes que podrías
alcanzar el sol con tu vuelo; de hecho,
vos lo incendiarías a él con el fuego
que almacenás en tu interior. 



Y aunque a veces lo sientas apagado
podés reavivarlo recuperando
esa confianza en vos,
que alguna vez te quitaron.



Podrías bailar al ritmo de tus latidos
para encontrar de nuevo
esas ganas de alcanzarlo todo,
la sed de justicia,
el derecho a elegir.



Podrías encenderte, 

que el mundo está inflamable.
Este es tu momento.
Aunque en ocasiones te sienta sola,
la sororidad siempre te acompañará.




jueves, 1 de noviembre de 2018

La incandescencia de la presencia

                       


Te amé.
Te amé tanto que hubiera dejado
mi café enfriarse en casa,
solo para ir a calentar tus sábanas.
Te amaba con tal locura
que no necesitabas decir "ven"
que yo ya estaba ahí para vos.
Te amé tanto que hubiera dejado
todo atrás si me decías "seamos solo
vos y yo, olvidémonos del mundo ahora",
y vos... tan tonto, que no te dabas cuenta
que yo ya me olvidaba de todo estando con vos.
Y es que en tu presencia olvidar
era mi acto con más presencia y vehemencia,
porque en mi demencia mientras estaba con vos
olvidaba lo que tenía que recordar,
y recordaba lo que tenía que olvidar. 
Te amé tanto que hubiera escrito libros y libros
con cursilerías y, de hecho, lo hice y no ha sido suficiente.
Porque ni yo que escribo poesía he podido encontrar
la palabra correcta para expresarte lo que siento,
pues todo esto ha transgredido, traspasado, y transversado
todo lo que por vos sentía,
ahora es mucho más;
y ese simple y vulgar "te amo" nos queda corto.

Mamihlapinatapai



Si quisiera contar el número de giros
que ha dado la tierra,
no me alcanzarían los números.
Algo así es pensar en vos,
es sentir que giro necesariamente
para mantener todo en orden.
Que alinear tus lunares
es limitar la luna a una línea nula.
Que tratar de pintarte es retratar el Arte,
es simplemente amarte.
A amarte lo haré siempre,
aunque esté en Marte.
Estas son algunas rimas que he pensado.
Ninguna persona sana mentalmente escribe,
escribimos los rotos, los sensibles, los incomprendidos,
no obstante vos, siempre has estado dispuesto a leerme,
pensando que tal vez así podrías entenderme más.
Sin embargo, todavía no entendés que yo
lo único que necesito para estar en paz
es verte dormir a mi lado con tu respiración entrecortada;
ese pequeño momento me recuerda lo valiosa que puede ser la vida
disfrutando de los pequeños momentos.
Te veo dormir y no sé quién de los dos está soñando.
Es difícil de comprender, pero con prender
tu dócil corazón entenderás este poema.

Relato II


La pobre vieja

Tuve una vecina anciana, muy anciana, nadie sabía con exactitud su edad pero en el barrio se decía que tenía entre ochenta y siete, y noventa y cinco años. Vivía con la soledad, lo que significaba que hacía todos los quehaceres de la casa ella sol. Su casa quedaba justo en frente de la mía, una estrecha calle de tierra nos separaba. La verdad es que la vieja era un misterio para todo el barrio, a mí en particular me llamaba la atención. Durante la noche la mujer sollozaba y lloraba tan fuerte que se escuchaba desde mi habitación. Algunos vecinos habían acudido a su casa para ofrecerle ayuda, pero la vieja no atendía la puerta. Una particularidad de la vieja era que siempre tenía una pequeña ventana abierta, no sé para qué.
         Jamás vi personas que la fueran a visitar, ni mucho menos que tuviera mascota, su casa era sinónimo de despoblamiento. Una sola vez mientras viví en ese barrio la vi salir de su casa para socorrer a un animal: había un perro casi inmóvil en medio de la calle seguramente había sido atropellado por un auto, si yo no hubiera estado usando muletas en aquellos años, hubiera salido a ayudarla. Se notaba que era un perro de la calle, estaba viejo, sucio, flaco, le faltaba pelo en la espalda, tenía un instinto furioso y parecía que la vida le dolía, que le dolían los golpes, el maltrato de la calle, el hambre y la poca atención que recibía. El pobre animal no quería, bajo ninguna circunstancia, que la vieja lo tocara, si hubiera podido correr probablemente hubiera huido; el dolor no le permitía moverse, pero si llorar y quejarse con tal fuerza que se volvía insoportable para los que estábamos lo suficientemente cerca. Lo cierto es que la vieja vendó al animal en el momento y lo llevó adentro de su casa, seguramente, para curarlo. A medida que el tiempo avanzaba, notable era que el perro la odiaba, no se escapaba sólo porque la mujer lo tenía encerrado.
         Cuando yo volvía de la escuela todos los días, el perro estaba acostado mirando hacia afuera (si no fuera un perro diría
«con un gran deseo de salir al sol»). Un día el perro se escapó, salió con tal rapidez que apenas lo reconocí «es libre» pensé, «quién sabe qué cosas horribles le hará esa mujer al animal» observó mi mamá. Para la suerte de mi vecina un hombre le trajo el perro nuevamente a su casa. Pobre perro
         Al poco tiempo el perro volvió a escapar, esta vez por la ventana que la vieja siempre tenía abierta. No se lo volvió a ver al animal durante días, días entre los que la pobre vieja murió. Se decía que el lechero la encontró, él era de confianza, siempre pasaba a la casita, le dejaba la leche en la mesa y tomaba su dinero; aquella vez, el lechero entró hablándole a la doña, que estaba sentada en una mecedora, mas ella nunca contestó. Aunque no todos tenían contacto con la vieja, su muerte se sintió en todo el vecindario, podía oler la tristeza entre mis vecinos, ahora ya no miraba la casa para ver qué cosas hacía la vieja, sino simplemente para verla.
         Cuando me quitaron las muletas, volví a ir caminando a la escuela, estaba emocionado, hacía mucho tiempo que iba en carro. Ya no más. Ese día volviendo de la escuela sin darme cuenta pasé por delante de la casa de la vieja, se me ocurre frenar por una milésima de segundo. Miro la casa: aún seguía la ventana abierta y, junto a ella, el perro, podría haber asegurado que estaba tieso, pero no me animé si quiera a tocarlo. Lo que sí aseguro es que en su mirada detecté la nostalgia más evidente y profunda que he presenciado en mi vida.



domingo, 28 de octubre de 2018

Invierno


Hace frío y no llevo paraguas,
llueve y no tengo abrigo.
Te dije que si te ibas volvería el invierno; 

invierto lo que llevo dentro de mi bolsillo 
para tomarme un café con sabor a recuerdos;
recuerdo que aún prefiero tu calor 
antes del amargo sabor. 
Y amar con sabor
es darme cuenta que te quiero 
incluso más que al café, 
que está cuando tú no. 

Que estuvo incluso cuando tú dijiste 

"yo te voy a arreglar la vida"
y desde entonces,
no paro de destrozarla

para que te quedes un rato más.

Nos enamoramos en otoño, 

entre días fríos y lluviosos, 
que no son diferentes a tu ausencia,
porque cuando se presenta 

aquí dentro siempre llueve.






lunes, 22 de octubre de 2018

Relato I


Ilusión de Control
Suspira. Era la septuagésima tercera vez que suspiraba en el día, su cuerpo se sentía tan pesado que al caminar arrastraba sus pies, en su cabeza sólo se sentía un palpitar que le avisaba que algo andaba mal con su cuerpo, otra vez. La vida es, para algunos, la belleza plasmada en una obra de arte, de la cual nosotros debemos y podemos disfrutar para ser felices incluso con sus problemáticas; para otros, es un enfrentamiento constante de aventuras donde algunas salen bien y otras salen mal, donde a veces acertamos y otras erramos, y esto nos da la aptitud para ser alguien, tener algo, conocer personas, participar y cambiar otras vidas. En sí, cada persona tiene su propio criterio sobre la vida, pero para Patrick la vida no existía, él sólo respiraba y veía pasar el mundo sin él, no tenía nada por qué vivir, no tenía familia, amigos, trabajo o algo que lo ayudara seguir, pues su cuerpo tenía salud pero su mente no seguía en la tierra.
 Se levantó del sillón, dejó su botella de whisky sobre la mesa y caminó por su casa con pasos lentos que carecían de rumbo alguno. Su estado de ebriedad lo adormecía cada vez más, tanto así que le volvían recuerdos a su consciente que él ya había guardado en el cofre de su pre-consciente para que no lo lastimasen día por hora, minuto por segundo; con la poca consciencia que le quedaba, notaba como su vida en aquellos minutos se volvía una analepsis  y memorias casi olvidadas llegaban a modo de flashback:  Presenciaba a una mujer con cabellos dorados y ondulados que corría y  se colgaba en sus brazos, detrás de ella aparece un niño un poco más alto que la pequeña, que le traía un sobre azul en la mano. La imagen se borra y ahora se distingue a él mismo adentro de una casa con una mujer de pelo lacio que estaba tejiendo, él le da el sobre azul y la mujer comienza a llorar instantáneamente, Patrick siente cómo le echa toda su bronca, empieza a gritarle y a empujarlo. 
Sus ojos se abren, vuelve a la realidad levantándose del suelo, en su mano tiene una cajetilla de cigarrillos y no duda en prender uno, cuando se lo lleva a su boca, se da cuenta que no era tabaco. Va hacia el baño y observa que en su rostro se plasman los rastros de las drogas que consume desde que tiene diecisiete años, tanto ilegales como medicinales; todo su alrededor se vuelve negro y su mente logra sumirlo en otro aglomerado de recuerdos: Se ve a sí mismo de jovencito en una esquina con un chico mayor que él, le da una bolsa de papel y se retira. Sobre esa alusión se superpone el recuerdo de la mujer maldiciéndolo y golpeándolo mientras sus hijos estaban en su alcoba, luego observa como los niños tomados de la mano de su mujer se marchan de aquella casa para no volver jamás.
Cuando Patrick vuelve a su realidad, le tiemblan las manos y nota lágrimas en su rostro, del baño toma un frasco de plástico amarillento e ingiere 2 pastillas. Camino por su habitación hasta llegar a su placar y acaricia unos huecos estampados en la madera. Se sienta en la cama, revisa su cajón, saca una caja, busca ese sobre color beige y cuando lo encuentra lo abre para leer lo siguiente:
"Patrick: Lamento decirte que la alteración de tu salud mental ha superado los límites que tu familia puede soportar, has hipotecado la casa a fin de ahorrar para pagar tus deudas, mas no pudiste cumplirlo. Intenté ayudarte con tu adicción a las drogas pero tú no te empeñaste en intentar arreglarlo como yo me dispuse y nos has dejado en quiebra volviendo a gastar nuestros ahorros en drogas. Sé que dejarte no es la mejor solución, pero quiero asegurarme de que mis hijos tengan un buen futuro y al lado de un padre con facultades mentales perturbadas es imposible, ya que también quiero poder pagar sus estudios para que sean alguien en el mundo y no podré hacerlo nunca sin tu cooperación. No hay rencores, Patrick, pero quiero pensar en mí por una vez en mi vida y hacer lo correcto para ser feliz. Ya que conmigo no has podido mejorar tu salud, espero que puedas hacerlo solo o con la ayuda de otra persona y que consigas ser sólo un poco feliz. No te será difícil porque siempre fuiste un egoísta que ni a tu familia pudiste proteger y querer.
María Estela"
Aprieta la carta con toda su fuerza pero no logra romperla, se quita las zapatillas, va hacia la cocina, toma su botella de whisky y sale de su casa rumbo al precipicio con el cual estaba familiarizado. Después caminar por casi 3 kilómetros llega al acantilado con su ropa y su cuerpo completamente humedecidos por la lluvia y por su propio sudor, su corazón se acelera tanto que simula salirse de órbita, su cabeza late presionando todo su cuerpo. Cierra sus puños y frunce las cejas, le pega un trago en seco a la botella de whisky que tenía la mitad del líquido alcohólico y en su estado de ebriedad comienza a caminar por el piso derrapado a razón de la lluvia dispuesto a brincar.
Pero no puede hacerlo.
Se acerca al borde del acantilado y comienza a imaginar su pasado, de nuevo: Se encuentra en una mesa aspirando líneas de cocaína, las gotas de transpiración bajan por su rostro. Se ve golpeándose la cabeza fuertemente contra su placar hasta dejarle huecos. Se recuerda en el baño tragándose decenas de píldoras psiquiátricas. Se divisa lastimado por todas partes su cuerpo para contrarrestar el dolor que lleva adentro. Se percibe sentado mezclando diferentes botellas de bebidas alcohólicas con distintos tipos de droga. Se avista incontables veces en éste mismo acantilado sin poseer la fuerza para escaparse de su propia vida.
Como le sucede a Patrick, nos sucede a muchas personas. En ocasiones de la vida, nos encontramos en un punto nulo donde no sabemos si vivimos o si respiramos pero estamos muertos; no sabemos cuándo pasó, pero nos bajamos del mundo y éste ha seguido su rumbo sin nosotros. Entonces, apreciamos la vida desde afuera, podemos captar nuestros errores y corregirlos, podemos observar quién o quiénes nos quieren en su vida y, por lo tanto, permanecer con ellos. Tenemos la oportunidad de orientarnos en la vida, ya que podemos ver para qué nos necesitan y con qué frecuencia, supone que en eso mismo nos destacamos y por ello las personas nos conmemoran. En ese momento es cuando, si queremos, damos un giro de 180 grados  y percibimos que aunque sea lo más insignificante para algunos, para otros puede ser su razón de vivir. Debemos aprender de nuestros errores, pero también debemos valorar nuestros aciertos. Todos gozamos de aptitud de ser poseedores de una cualidad positiva y si aún no la hemos encontrado, quizá sea ese el propósito de nuestra vida, recuerden que si no hemos muerto significa que algo debemos de hacer antes de morir.
Reflexionando, Patrick se dio cuenta que probablemente su cualidad positiva era ser inmune a la vida y a la muerte, si buscó morirse tantas veces y nunca lo consiguió, probablemente era una clase de "excepcionalidad" de la misma y por ello ya no se preocuparía por morir; amargo aunque un poco feliz, se disponía a hacer un cambio en su vida. Mira la botella que tenía en su mano y la avienta con toda su fuerza al acantilado, pero en el acto pierde el equilibro a causa del piso resbaladizo y su cuerpo se deja llevar por la gravedad terrestre cayendo junto a la botella por el precipicio, dando a entender que tenemos el control sobre limitadas cosas en nuestra vida y aunque algunas decisiones sean tomadas con mucha fuerza igual la vida nos puede sorprender dejando en nuestro camino la ilusión del control.

                                                    Esta imagen no me corresponde, solo fue hallada en la red.