Ilusión de Control
Suspira. Era la septuagésima tercera vez que
suspiraba en el día, su cuerpo se sentía tan pesado que al caminar arrastraba
sus pies, en su cabeza sólo se sentía un palpitar que le avisaba que algo
andaba mal con su cuerpo, otra vez. La vida es, para algunos, la belleza
plasmada en una obra de arte, de la cual nosotros debemos y podemos disfrutar
para ser felices incluso con sus problemáticas; para otros, es un
enfrentamiento constante de aventuras donde algunas salen bien y otras salen mal,
donde a veces acertamos y otras erramos, y esto nos da la aptitud para ser
alguien, tener algo, conocer personas, participar y cambiar otras vidas. En sí,
cada persona tiene su propio criterio sobre la vida, pero para Patrick la vida
no existía, él sólo respiraba y veía pasar el mundo sin él, no tenía nada por
qué vivir, no tenía familia, amigos, trabajo o algo que lo ayudara seguir, pues
su cuerpo tenía salud pero su mente no seguía en la tierra.
Se
levantó del sillón, dejó su botella de whisky sobre la mesa y caminó por su
casa con pasos lentos que carecían de rumbo alguno. Su estado de ebriedad lo
adormecía cada vez más, tanto así que le volvían recuerdos a su consciente que
él ya había guardado en el cofre de su pre-consciente para que no lo lastimasen
día por hora, minuto por segundo; con la poca consciencia que le quedaba,
notaba como su vida en aquellos minutos se volvía una analepsis y
memorias casi olvidadas llegaban a modo de flashback: Presenciaba a una
mujer con cabellos dorados y ondulados que corría y se colgaba en sus
brazos, detrás de ella aparece un niño un poco más alto que la pequeña, que le
traía un sobre azul en la mano. La imagen se borra y ahora se distingue a él
mismo adentro de una casa con una mujer de pelo lacio que estaba tejiendo, él
le da el sobre azul y la mujer comienza a llorar instantáneamente, Patrick
siente cómo le echa toda su bronca, empieza a gritarle y a empujarlo.
Sus
ojos se abren, vuelve a la realidad levantándose del suelo, en su mano tiene
una cajetilla de cigarrillos y no duda en prender uno, cuando se lo lleva a su
boca, se da cuenta que no era tabaco. Va hacia el baño y observa que en su
rostro se plasman los rastros de las drogas que consume desde que tiene
diecisiete años, tanto ilegales como medicinales; todo su alrededor se vuelve
negro y su mente logra sumirlo en otro aglomerado de recuerdos: Se ve a sí
mismo de jovencito en una esquina con un chico mayor que él, le da una bolsa de
papel y se retira. Sobre esa alusión se superpone el recuerdo de la mujer
maldiciéndolo y golpeándolo mientras sus hijos estaban en su alcoba, luego
observa como los niños tomados de la mano de su mujer se marchan de aquella
casa para no volver jamás.
Cuando Patrick vuelve a su realidad,
le tiemblan las manos y nota lágrimas en su rostro, del baño toma un frasco de
plástico amarillento e ingiere 2 pastillas. Camino por su habitación hasta
llegar a su placar y acaricia unos huecos estampados en la madera. Se sienta en
la cama, revisa su cajón, saca una caja, busca ese sobre color
beige y cuando lo encuentra lo abre para leer lo siguiente:
"Patrick: Lamento decirte que la alteración de tu salud mental ha superado los límites que tu familia puede soportar, has hipotecado la casa a fin de ahorrar para pagar tus deudas, mas no pudiste cumplirlo. Intenté ayudarte con tu adicción a las drogas pero tú no te empeñaste en intentar arreglarlo como yo me dispuse y nos has dejado en quiebra volviendo a gastar nuestros ahorros en drogas. Sé que dejarte no es la mejor solución, pero quiero asegurarme de que mis hijos tengan un buen futuro y al lado de un padre con facultades mentales perturbadas es imposible, ya que también quiero poder pagar sus estudios para que sean alguien en el mundo y no podré hacerlo nunca sin tu cooperación. No hay rencores, Patrick, pero quiero pensar en mí por una vez en mi vida y hacer lo correcto para ser feliz. Ya que conmigo no has podido mejorar tu salud, espero que puedas hacerlo solo o con la ayuda de otra persona y que consigas ser sólo un poco feliz. No te será difícil porque siempre fuiste un egoísta que ni a tu familia pudiste proteger y querer.
María Estela"
Aprieta
la carta con toda su fuerza pero no logra romperla, se quita las zapatillas, va
hacia la cocina, toma su botella de whisky y sale de su casa rumbo al
precipicio con el cual estaba familiarizado. Después caminar por casi 3
kilómetros llega al acantilado con su ropa y su cuerpo completamente
humedecidos por la lluvia y por su propio sudor, su corazón se acelera tanto
que simula salirse de órbita, su cabeza late presionando todo su cuerpo. Cierra
sus puños y frunce las cejas, le pega un trago en seco a la botella de whisky
que tenía la mitad del líquido alcohólico y en su estado de ebriedad comienza a
caminar por el piso derrapado a razón de la lluvia dispuesto a brincar.
Pero no puede hacerlo.
Se
acerca al borde del acantilado y comienza a imaginar su pasado, de nuevo: Se
encuentra en una mesa aspirando líneas de cocaína, las gotas de transpiración
bajan por su rostro. Se ve golpeándose la cabeza fuertemente contra su placar
hasta dejarle huecos. Se recuerda en el baño tragándose decenas de píldoras
psiquiátricas. Se divisa lastimado por todas partes su cuerpo para
contrarrestar el dolor que lleva adentro. Se percibe sentado mezclando
diferentes botellas de bebidas alcohólicas con distintos tipos de droga. Se
avista incontables veces en éste mismo acantilado sin poseer la fuerza para
escaparse de su propia vida.
Como
le sucede a Patrick, nos sucede a muchas personas. En ocasiones de la vida, nos
encontramos en un punto nulo donde no sabemos si vivimos o si respiramos pero
estamos muertos; no sabemos cuándo pasó, pero nos bajamos del mundo y éste ha
seguido su rumbo sin nosotros. Entonces, apreciamos la vida desde afuera,
podemos captar nuestros errores y corregirlos, podemos observar quién o quiénes
nos quieren en su vida y, por lo tanto, permanecer con ellos. Tenemos la
oportunidad de orientarnos en la vida, ya que podemos ver para qué nos
necesitan y con qué frecuencia, supone que en eso mismo nos destacamos y por
ello las personas nos conmemoran. En ese momento es cuando, si queremos, damos
un giro de 180 grados y percibimos que aunque sea lo más insignificante
para algunos, para otros puede ser su razón de vivir. Debemos aprender de
nuestros errores, pero también debemos valorar nuestros aciertos. Todos gozamos
de aptitud de ser poseedores de una cualidad positiva y si aún no la hemos
encontrado, quizá sea ese el propósito de nuestra vida, recuerden que si no
hemos muerto significa que algo debemos de hacer antes de morir.
Reflexionando,
Patrick se dio cuenta que probablemente su cualidad positiva era ser inmune a
la vida y a la muerte, si buscó morirse tantas veces y nunca lo consiguió,
probablemente era una clase de "excepcionalidad" de la misma y por
ello ya no se preocuparía por morir; amargo aunque un poco feliz, se disponía a
hacer un cambio en su vida. Mira la botella que tenía en su mano y la avienta
con toda su fuerza al acantilado, pero en el acto pierde el equilibro a causa
del piso resbaladizo y su cuerpo se deja llevar por la gravedad terrestre
cayendo junto a la botella por el precipicio, dando a entender que tenemos el
control sobre limitadas cosas en nuestra vida y aunque algunas decisiones sean
tomadas con mucha fuerza igual la vida nos puede sorprender dejando en nuestro
camino la ilusión del control.

Esta imagen no me corresponde, solo fue hallada en la red.